26.7.11

"Caminaba por la calle sin preocuparse por nada ni por nadie (al fin y al cabo estaba sola, o al menos eso creía). En el mundo en el que vivía todo era frío y pocas cosas tenían sentido, solo se preocupaba por ella, su instinto de supervivencia fue lo único que prevaleció con los años, la cordura era un insensato capricho que no podía permitirse, porque en un mundo de locos el cuerdo es el bicho raro.

Como todos, ella nunca estuvo lista para el amor, el arduo camino había rasgado su confianza y el dolor había fulminado su capacidad para preocuparse por alguien a quien quisiese, eso solamente le había llevado a sufrir y a llorar, por lo que conscientemente había dejado de hacerlo. El mundo le había hecho una mala jugada, así que solo quedaba seguir apostando; debía darse cuenta de las cartas que le hacían perder y algún día ganaría.
 
Para poder ser quien quería ser le faltaba algo, algo muy importante y muy difícil de aprender: le faltaba quererse a si misma, a pesar de no preocuparse mucho por lo que pensaran los demás sobre ella, la imagen que tenía de su persona era absurdamente mala y cambiarla para ella era casi imposible, nunca veía en el espejo lo que quería ver, su único defecto era haber dejado que el mundo le cambiase y que la chica dulce y amable se ocultase tras una máscara de dureza, desconfianza y aparente indolencia ante casi todo lo que le rodeaba, pero todavía queda camino y aún puede aprender a quererse, a vivir y a amar, solo es cuestión de tiempo."


Algo que alguien a quien querré por siempre escribió para mí como "despedida" un jueves 
22 de julio de 2010. Nunca se pierde la esperanza, y espero que vuelvas.