28.10.09

Todo va demasiado rápido. Cuando recién te levantas y sales a la calle sin previa preparación mental hasta la brisa más suave parece cortarte la cara, y entonces lamentas el maldito momento en el que se te ocurrió salir

Cuando hace calor, cada rayo de sol se te clava en la piel, poro por poro, abrasando cualquier señal de resistencia que opongas a desfallecer en medio del flamante asfalto, que parece destilar petróleo puro.

Andas, y el suelo se te hace tan escabroso como si no llevaras calzado.

A eso se le llama día rojo. No es especial por lo que pase- porque lo cierto es que no pasa nada especial- sino por cómo lo sientes. Todo te irrita, te incomoda y te aburres de la vida.

A ese día rojo lo siguen los días verdes, marrones, rosas, blancos, azules y negros, y algunos colores más como el pistacho, que yo no estoy en contra de especificar tonalidades, pero el verde pistacho no se parece para nada al color de un verdadero pistacho.

27.9.09

Blanco


Me gusta amanecer por las noches
a la ténue luz blanca de la luna
con tus dedos lacerantes
clavándose en mi piel pálida,
buscando calor entre mis piernas.

La condena de tu ausencia
que envuelve nuestras fotos de una fría atmósfera azul
hace que la eternidad no sea nada
al lado de mi espera.

Vuelve a mi cama esta noche.

9.7.09


Al noveno mes vivir en aquella amargura que me consumía le conocí. Llegó de repente, o más bien fui yo quien hizo que pareciese fortuito, hasta tal punto que me lo terminé creyendo.

Perdí el reloj el primer día que le vi, pero me convenció de que no lo necesitaba: "tú no consumes tiempo porque no venden el tiempo en las tiendas, nadie tiene una despensa con tiempo... el tiempo te consume a ti." Y esa fue la última vez que miré la hora.

Nos gustaba salir por la noche y enredarnos bajo las sábanas por el día. Comíamos en los tiempos muertos y corríamos para llegar lo más tarde posible.

Sin duda, cuando estábamos juntos el tiempo parecía detenerse. El Sol era una linterna que se iba apagando hasta convertirse en la Luna, un mero resquicio del fulgente pasado. Las estrellas pertenecían a esos restos, la dispersión de una vida.

No sé cómo sucedió todo. Cuando empezó el frío a él se lo llevó la blanca Caillech. En cuanto a mí... me compré un reloj nuevo para contar el tiempo que tarda en volver.

12.5.09

Lo necesitaba

Solamente, cuando tus cincos sentidos están en completa armonía, como si de una orquesta se tratara, es cuando sabes que no es algo temporal, no es algo momentáneo. Son su voz, la forma de mirarte, sus manos, su olor, su forma de caminar... Amas la totalidad de esa persona, que se vislumbra en los sentidos.

Supongo que es algo inevitable el hecho de distanciarse un poco de todo, hasta de una misma. Lo mejor es cuando vuelves y ves que, aunque todo haya cambiado, esa persona sigue igual, pero solo para ti.

20.1.09

Sombra


Sólo somos sombra... de lo que fuimos o de lo que seremos.
El presente no existe:
somos un cúmulo de historias pasadas con un ferviente apetito de mejorar lo pasado.

El presente deja de ser presente cuando lo nombras y se convierte en pasado. Pero ¿quién puede asegurarte que el futuro que planeas alguna vez será tu presente? No des por supuesto que ocurrirá algo por muy evidente que sea, porque realmente nadie sabe qué va a pasar.

Esta constante duda es la que me ha estado torturando esta semana. Y hoy más que nunca he sido consciente del poco tiempo que tenemos y de lo poco que podemos confiar en el futuro y en que nuestros planes -y ya ni hablo de los sueños- se realicen.

Porque sólo somos sombra.

8.1.09


Cerraba mis noches con sus manos frías. Un roce era más que suficiente para un viaje astral. “La constelación de tus lunares...” susurraba, y sus dedos saltaban de estrella en estrella estremeciéndome.

Escuchar su respiración entrecortada, notar su aliento cubriendo mi cuello. Ver su boca entreabierta, o cuando se mordía el labio de placer, con sus ojos siempre fijos en los míos...

Me gustaba dormir acurrucada bajo sus costillas y notar su respiración, que me abrazase la cabeza... Y cuando se dormía le tapaba el ombligo para que ninguna bruja malvada le sorbiese el alma.

Ya no hay más él porque el tiempo se lo ha llevado, pero dejó huella en mí y eso es lo que verdaderamente importa. Espero que yo tampoco haya caído en el olvido.