25.9.10

Estás siempre ahí, vigilando cada movimiento. A veces tratas de adivinar el estado de ánimo de los demás, o lo que piensa la gente, según cómo mueven las manos, o si desvían la mirada, o si cambian su respiración, y eso te ayuda a elegir otras palabras o cambiar el tema de conversación.

Pero todo es en vano con él, porque a él todo le disgusta. Le disgustan tus uñas (largas, cortas, verdes o azules), le disgusta tu pelo, le disgusta si te pintas (y si no también), le disgusta tu ropa (pantalones largos o cortos, camisetas negras o rosas), le disgusta tu forma de hablar, tu forma de ser cariñosa con él, tu preocupación por su estado de ánimo...

Le disgustas.

Y te disgusta.

Y te disgustas.

9.9.10

Lo he perdido,
el Norte, el Sur, el Este... pero aun conservo el Oeste.
Todo está sucio, la ciudad está corrupta, las miradas vacías, la gente anda sin rumbo, las puertas no son acceso a ninguna parte, las ventanas no tienen paisaje, la rayuela no tiene números y las piedras quedan entre las celdas. No hay horizonte, no hay principio, no hay fin.
Pero tus pestañas... es que tus pestañas siguen ahí, entrelazadas. Sigues durmiendo, ausente de todo eso, pero yo no te veo.

Antoinette

Ella no quiere ser gobernada, ni dirigida, ni siquiera guiada por las personas entendidas. Esta es la cuestión hacia la cual todos sus pensamientos parecen, hasta el presente, estar concentrados. Fuera de esto, no reflexiona demasiado, y el uso que ha hecho, hasta el momento, de su independencia es evidente, pues sólo se ha preocupado de la diversión y la frivolidad.